Tengo 26 años y estudio música. Tengo depresión y a veces me preguntan cómo es eso. Acá planeo escribir sobre cómo es mi vida de estudiante, y compartir artículos que encuentre interesantes, para darles una idea de cómo es =)

domingo, 1 de noviembre de 2015

Empiezo mi rutina de ejercicio físico! :)

- Días anteriores -

Hace muchos días que no escribo. ¿Qué novedades hubo en este tiempo? Bueno, por empezar, por consejo de mi psiquiatra tuve que aumentar la dosis del antidepresivo. Le conté que estaba sintiéndome muy mal y en ocasiones hasta suicida otra vez, entonces ahora tomo el doble de antidepresivo que antes. La mejoría tardó unas dos o tres semanas (es muy común en los antidepresivos que los efectos recién se ven a las dos semanas aproximadamente), pero finalmente llegó!! Empecé a sentirme mejor (por mejor entiéndase “normal, sin ganas de morirme”) y no tenía tantos episodios depresivos como las semanas anteriores.

En medio de todo esto tuve mucho trabajo con el conservatorio. Estamos haciendo un trabajo práctico grupal con unos compañeros. Somos un grupo grande, unas 8 personas, todos súper copados!! Debido a esto, nos estuvimos reuniendo bastante seguido. ¡Estuvo genial! Me gusta pasar tiempo con ellos: me siento cómoda y me divierto con las pavadas que hablan, cómo se hacen chistes entre ellos y las situaciones que se generan. Estoy súper contenta de poder trabajar e interactuar con otras personas, incluso personas que hasta no hace mucho no conocía! Si me hubieran preguntado antes, seguramente hubiera dudado de mi capacidad de hacer esto, porque soy muy tímida y el interactuar con gente me pone nerviosa y me agota. Pero no sólo pude hacerlo, sino que me sentí re cómoda! =D Como es usual en mí, me encariñé rápido con los chicos. Los voy a extrañar cuando ya no cursemos juntos y, aunque probablemente sea utópico el desearlo, quisiera que nos mantengamos en contacto; estaría bueno cursar más materias juntos. Todos ellos me dan la impresión de que les gusta mucho la música, de que eligieron bien su carrera y de que van a lograr seguirla =)

En instrumentos, está más o menos decidido que no voy a rendir los finales en diciembre. Sin embargo, tontamente me aferro a la esperanza de poder rendir al menos uno en diciembre. No sé si esto me hace bien o mal, porque todo apunta a que, aunque eligiera uno solo de los dos instrumentos para dar en diciembre y le pusiera todas las pilas a ése, de todos modos no llegaría al examen. Estoy muy atrasada con los dos =(

- Sábado. Objetivos recientes -

En estos días estuve también con la cabeza ocupada en pensar qué hacer con la materia Audioperceptiva. Esta materia yo ya la aprobé en 2008 y, como no recordaba casi nada, la recursé con la profe más exigente del conser, con la intención de anotarme en Audio 2 (la correlativa) en 2016 teniendo todos los temas del año anterior bien seguros. Tristemente, con los quilombos de salud que tuve este año, no pude seguirle el ritmo a la cátedra, y estoy en un nivel no muy diferente al que tenía al empezar el año. Por lo tanto, mi objetivo es matarme estudiando en estos 5 meses que me quedan hasta el inicio del ciclo lectivo 2016, y así poder empezar Audio 2 con el pie derecho. ¡Dios me dé salud! Anoche me comuniqué por facebook con una compañera de Audio re copada, y las dos acordamos armarnos un plan para hacer esto mismo, porque ella está en una situación parecida. Hablar con ella me llenó de energía positiva y terminé el día de ayer, sábado 31, con muchas ganas de empezar noviembre con todas las pilas. Hay muchísimo por hacer, pero vamos que se puede! =)

Como si esto fuera poco, me suscribí a un blog de pilates con la idea de empezar hoy a mover un poquito las cachas. Soy ultra sedentaria y mi cuerpo pide a gritos una mejor alimentación y ejercicio físico. Hasta ahora, todas las veces que empecé fracasé en mi objetivo de hacerme un hábito. Voy a intentarlo otra vez!

- Domingo -

Por la mañana me levanté no tan temprano como hubiera querido, y recién a las 12 me puse a tocar el piano. Por estos días los dos objetivos son: 1) aprender el Mozart nuevo, y 2) revivir los ensayos y obritas “viejos” que estudié a lo largo del año pero no toco hace mucho. En la sesión de estudio de la mañana de hoy me fue bien con lo primero, pero en cuanto agarré el Schumann me fui poniendo progresivamente de mal humor. Siento mucha frustración por haber “abandonado” las obras que tanto trabajo me costó aprender y ahora tener que aprenderlas de nuevo. En realidad me acuerdo de mucho, y podría decirse que mi memoria hizo un buen trabajo; pero me da mucha rabia porque yo ya había adquirido una cierta fluidez para ciertas obras, y ahora otra vez pifio dedos por todos lados. El Schumann éste en cuestión tampoco nunca me movió mucho el piso, así que me embola tocarlo otra vez. Seguí tocando hasta que me di cuenta de que estaba perdiendo la concentración y comentiendo muchos errores, entonces dejé de tocar sintiéndome frustrada y con mala onda.

Para remediar esto me puse a hacer una de las tareas del hogar del día: pasar la aspiradora por todos los pisos de la casa. Finalmente terminé delegando el trabajo al Ruludo XD Mientras él terminaba con eso, me puse a hacer mi ejercicio para la columna que me dio el kinesiólogo y luego el primer video de pilates, que me costó mucho, pero al terminarlo me sentí muy contenta y satisfecha conmigo misma. Después me bañé mientras Rulos cocinaba y al salir almorzamos. Luego perdí un poco de tiempo en internet (bueno, tomémoslo como un descanso). Fui al canasto de la ropa sucia y la separé en tandas por colores, y puse una a lavar. Hasta eso se hicieron las 7 de la tarde, y por fin me dispuse a tocar la flauta por primera vez en el día.

- Ratito de estudio: Flauta -

Empiezo. Desde el principio se me complicó bastante. Tengo sueño. Las notas de la 2da octava, aún las más fáciles, se me caen. ¿Qué corrrrno pasa? Encima suenan feo, con un sonido pobre. Por otro lado, el Si y el Do ahora me salen más a menudo que antes: una buena =) Me encuentro diciéndome nerviosamente a mí misma: “Ánimo! Como pudiste hacer lo de pilates hoy, esto también podés!!”. Son las 7:16 pm.

Empieza el dolor de espalda. De pronto tengo ganas de tomarme un café, que me despierte. Barajo opciones. Pedírselo a mi Ruludo, que en este momento está ocupado… hmmm, no. ¿Hacerlo yo, y mientras se hace sigo tocando? Pero si voy a la cocina voy a tener que lavarme las manos de vuelta…. (tengo una obsesión que hace que me lave las manos después de tocar cualquier cosa). Y no quiero, las siento súper resecas desde antes de empezar a tocar. Me doy vuelta para escribir esto. Cuando termino miro la hora: ya son las 07:38. Me viene tristeza porque veo que se pasan los minutos y no logro trabajar.

¡¡Ánimo, ánimo, Snor!! Me doy vuelta y retomo el ejercicio.

No llego ni a 3 compases. El Fa# de la 3ra octava no sale. Debe ser la nota más conchuda que me encontré hasta ahora. Y justo que el otro día pensaba que ahora ya no me costaba tanto como antes… Vuelvo a la escala que uso para precalentar. Intento otra vez el ejercicio. Sale para el orto. Finalmente, a las 8, sin haber logrado tocar el ejercicio entero ni una sola vez, decido descansar y tomarme un cafecito.

Conchudo en Sol menor
El recreo del cafecito me lleva más de una hora, y alrededor de las 9:15 agarro la flauta otra vez. La charla negativa usual reemplaza a los intentos de positividad de antes. A eso de las 9:40 termino de darle una pasada al ejercicio entero y paso a la segunda sesión de piano del día. Esta vez, para conservar mi paz mental, sólo Mozart. Jodido como la gran siete. Termino de ver la obrita completa, ahora sólo falta estudiarla. Estudio un poquito de audio: canto en Do Mayor y Sol Mayor arpegios, bordaduras y cadencias. Me levanto del piano satisfecha con mi pequeñito trabajo. Para terminar mis objetivos del día necesitaría hacer al menos un solfeo hablado de Pozzoli y un ejercicio rítmico. Ya veremos si lo logro. Ahora descanso un poco en facebook y escribo esto para el blog.


En este día pasé por momentos de alegría, de orgullo ante estar tan activa, y de desánimo cuando no me salían las cosas. En este momento me siento contenta porque fue un día muy productivo. Para mí, la productividad es el éxito. Estoy contenta. 

martes, 29 de septiembre de 2015

Ratitos de estudio, ep. 4: Viernes 28/08

[Sigo con los escritos viejitos que encontré en mi compu. Éste es la continuación de este post de hace un par de días. Es el último de esa seguidilla de tres días.]

Son las 7 de la tarde cuando me siento a estudiar en el piano por primera vez en el día. Ahora que lo escribo, suena bastante triste la frase (debería haberme puesto a estudiar antes, mucho antes; ¿qué hice en todo el día? Ah, cierto: boludear en internet, obvio), pero en el momento en que me senté, estaba un poco contenta de por fin haberme podido sentado a estudiar.

No tengo sueño porque acabo de dormir una bella siesta de casi una hora. Genial, el factor sueño no será un tema, como ayer. Pongo la alarma a las 7:30. Mientras lo hago pienso que no tengo que sentirme derrotada si no logro hacer la media hora de un tirón; es una referencia, nada más.

Elijo otra vez a Schumann. Me concentro otra vez en tocar mezzoforte con la mano derecha y pianissimo con la izquierda, o al menos eso es lo que tengo que intentar. La mejoría es muuuy leve. Me cuesta mucho no golpear las teclas con la mano izquierda con bronca. Yerro notas por doquier, pero trato de que no me afecte. Estoy haciendo otra cosa ahora: estoy buscando tocar una mano más fuerte que la otra. No me estoy concentrando en notas, me digo a mí misma. Se me vienen a la mente espectadores, gente imaginaria diciéndome que estoy mal sentada, que lo que suena no tiene vida ni matices, etc. Trato de no prestarles atención. Creo que es la depresión, poniéndose máscaras de gente que no existe. Estoy trabajando la diferencia entre las dos manos, me repito a mí misma. No importan las pifiadas de dedos.

Este asunto de estar imaginando cosas y callándolas y recibiendo críticas propias y callándolas y tratando de sacarse todas las pelotudeces de la cabeza y espantando pensamientos feos como si fueran mosquitos… se puede hacer. Bah, al menos yo, en este momento, puedo hacerlo. Pero tiene un costo: el cansancio. Cuando viene un pensamiento, lo espanto, pero enseguida es reemplazado por el siguiente:

- Era Re.
- No importa.
(Sigo.)
- La mano izquierda muy fuerte.
- Bueno, la próxima frase saldrá mejor.
(Sigo.)
- Estás mal sentada.
(Lo corrijo; sigo.)
- No, era Mi. Esta es la segunda vuelta.
(Sigo.)
- La mano derecha está tensa.
(La corrijo; sigo.)

Es como espantar un mosquito y que enseguida nomás venga otro y lo espantes y viene otro y lo sacás y viene otro y lo echás y… tarde o temprano vas a terminar podrida. Se pueden ignorar, se pueden espantar estos pensamientos. Pero siempre vuelve otro y el hecho de tener que echarlos es un desgaste energético. Y si no los echo, me viene el bajón por estar tocando tan, tan mal. Tengo que echarlos (es decir, ignorarlos) porque si los escucho, me destruyen.

Unos 10 minutos después (los miro en el celu), cambio de obra y voy con Czerny. La mano izquierda, perfecta. Cómoda y relajada, parece estar contenta con lo que toca. La derecha, en cambio, no está contenta. Se la ve tensa e incómoda. Miro las manos, las comparo. Pienso qué tiene una que le falta a la otra. Con las manos quietas, comparo la posición, trato de ver qué está mal con la derecha. Tanteo con una mano el peso de la otra. La derecha, no me sorprende, está como reteniendo el peso. Empiezo a moverme en la silla y trato de ver si estoy bien sentada. Todavía no encuentro mi postura cómoda para tocar. ¿Estoy muy alta? ¿Muy baja? Aquí los brazos parecen cómodos, pero las piernas no me llegan al piso… Corro la silla giratoria de oficina y la pata se engancha con una alfombra pequeña que está en el camino. Nota mental: decirle al Ruludo que la saque cuando venga. Pienso en sacarla yo ahora, pero no, perdería tiempo. Sigo.

Para las 7:23, estoy agotada, y aparecen los primeros síntomas de angustia. Elijo levantarme y venir a escribir y distraerme. Hice 20 minutos. Estoy conforme con haber hecho algo. Ahora cuando venga el Ruludo vamos a merendar juntos. Me voy a tomar un rico mate cocido con un gran pedazo de bizcochuelo, lleno de dulce de leche. Sonrío =)

lunes, 28 de septiembre de 2015

Ejemplo de un episodio depresivo (Martes 22/09)


Día muy muy nublado.
Fracaso al intentar estudiar.
Deseo de quedarme en casa.
Mi reflejo en el celular. Soy fea, feísima.
Whatsapp con mi novio.
Incomprensión.
Malos entendidos.
Lectura de un estado en Facebook
(que lleva a)
Lectura de una noticia policial horrible.
Lapicera negra. No anda. Otra. Otra.
Tinta en las muñecas, formando palabras y formas.
Búsqueda en Google: “how to cut yourself”.
“Self harm”. “Eating disorders”.
Búsqueda de objetos cortopunzantes.
Le tengo fobia a la sangre.
Alcohol en la punta del cutter y en la punta de un alfiler.
Imposibilidad de usarlos en mi cuerpo.
Intento de levantar la primera capa de piel con el alfiler.
El alfiler no tiene suficiente punta.
El cutter se ve muy amenazante.
Más tinta. Más dibujos y palabras.
En mi mano dice: HELP. PLEASE HELP
Apertura del botiquín.
Caja de clonazepam caída al piso. Paja de levantarla.
Una caja de pregabalina.
No es la que está abierta.
La otra, entonces.
Cápsula mordida en los extremos. Luego abandonada en la mesa.
Más tinta en las manos.
Manos entre el cabello midiendo su largo.
Evaluación de modos de raparme.
Veo el cabello reflejado en la notebook.
Mi cabello es hermoso. No quiero cortarlo.
Peinado para un lado, peinado para el otro.
Tinta en las manos.
La canción de Cheburashka en la flauta.
Muy lento.
Sólo la primera estrofa.
La escala en la que está. Arriba y abajo.
Pregabalina: la pastilla de la mesa.
Pastilla abierta. Polvo en la mesa.
Curiosidad y asombro ante la cantidad.
La mitad de la cápsula envoltorio se rompe.
Otra pastilla. Esta va adentro, con agua.
El polvo en la mesa parece harina.
Como cuando uno cocina.
Es lindo.
Un dedo patea la media cápsula envoltorio al piso.
Y la otra.
Luego patea el polvo al aire.
Bizcochitos de grasa.
Uno, otro, chomp, chomp…
Computadora. Relato.
Mano, brazo. Lavatorio, agua, jabón.
Mucha tinta borrada.
Frío. Tengo frío.
Bizcochos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Ratitos de estudio, Ep. 3: Jueves 27/08

[Sigo con los escritos que encontré en un Word, escritos un mes atrás. Relatan ratitos de estudio y los pensamientos que me disparan. Esto sucedió al día siguiente de lo que conté en un post anterior.]


Hoy estudio piano primero. Acomodo la silla y pongo la alarma en el celular para que suene dentro de 30 minutos. Como ayer estuve con el 17 de Bartok, ahora para variar un poco y no cansarme elijo el Schumann. En este tengo que practicar específicamente tocar con la mano derecha más fuerte que con la izquierda.

Juego con los ajustes del peso de las teclas, eligiendo uno que, justamente, hace sonar más fuerte las teclas graves con muy poco peso de las manos. Intento. Menos de dos minutos después, ya empieza el mortal aburrimiento. Decir que odio esta obra capaz que es medio extremo. Pero realmente mucho cariño no le tengo. Nunca me movió exageradamente el piso (la elegí porque era la más fácil, con toda la mano izquierda escrita en clave de Sol), pero he pasado tantos malos ratos estudiándola, que ya le tengo un poco de rechazo. Los malos ratos generalmente se debían a la angustia que me agarra cuando estudio. Un poco antes y durante las vacaciones estuve en la etapa de aprender notas: me costó porque era lo más complejo que tuve que tocar hasta ahora, pero también es muy repetitiva, así que no tuve que memorizar tanto. Pero igual la pasé mal cada vez que pifiaba una nota. Era muy aburrido y frustrante. Entonces buscaba otras obras que también tuviera que hacer… pero más o menos todas me tienen en el mismo nivel de “qué aburrido, no quiero tocar más esto”. Lo bonito del caso es que todas me gustan, más o menos, cuando recién las conozco. Es después de pasar horas tratando de descifrarlas que les empiezo a perder el gusto. Son como esas canciones de la radio que pasan toooodos los días hasta que no las querés escuchar más.

Cuando me sobreviene el primer suspiro de angustia y ganas de huir, miro el celular a ver la hora. Desde que empecé a tocar han pasado… 8 minutos.

8 mugrientos minutos.

Mentalmente saco cuentas de cuánto son 8 minutos en relación a 30: 3 x 8 = 24, así que 8 minutos es menos de un tercio, pero más de un cuarto. Me obligo a dejar de pensar en estas pelotudeces y volver a tocar.


Intento la mano derecha sola, tratando de hacer más suaves los finales de frase; practico en la mano izquierda una parte en la que yo ponía la mano de una forma rara y ahora mi profe me la corrigió por algo más natural; practico lo de una mano más fuerte que la otra. Ya no sé qué variaciones hacer para que no me resulte tan tedioso.

El aburrimiento sube, la concentración baja, y empiezo a pifiar notas a lo pavote. Ya venía cometiendo errores de notas, pero ahora se amontonan. Esto me irrita muchísimo. De todos los errores que se pueden cometer, me molesta muchísimo el equivocarme de notas en una obra que ya estudié hasta el cansancio para aprenderme, justamente, las putas notas!!!! Me gustaría trabajar todo el resto en paz sin tener que estar escuchando notas fuera de lugar a cada frase. Pero claro… para eso habría que estar concentrada.

De pronto me quedo quieta y miro la partitura. Por primera vez se me ocurre que no quiero hacer esto. Se me ocurre, de pronto, que quiero ser libre para dibujar, pintar, tomar sol, lavar ropa, navegar en internet, jugar videojuegos, ir a clases de danzas, pintarme las uñas, y lo más gracioso de todo… ¡tocar la flauta!

Pffff- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

Me río para no llorar. Es de lo más irónico que después de hacerme la vida miserable cuando intento tocar la flauta, y cuestionarme si debería dejarla, la depresión ahora me insinúa que debería dejar el piano para, entre otras cosas, tocar la flauta. De pronto el otro instrumento parece fácil y divertido en comparación.


Me suena TAN familiar: conozco las tretas de la depresión. No todas, claro, pero ya de a poquito le voy conociendo el repertorio de guachadas. Una de sus estrategias preferidas es convencerme de que a lo que sea que me estoy dedicando en el momento me gusta, pero no me gusta taaaaaaanto como para dedicarme a eso. Mejor es dedicarme a otro de mis múltiples intereses. Con este engaño, la depresión ha conseguido que yo abandone tres carreras hasta ahora. De a poquito la voy conociendo. Conozco este truco.

Algún día voy a hacer un post relatando mis fracasos académicos. No sé bien para qué. Catarsis, supongo. Lo cierto es que ya tengo vista esta estrategia:

- ¿Te gusta este tema, no? ¡Hacé esta carrera! Ah, pará: se está complicando. Uh, qué embole esto. No está tan buena después de todo. Mucho trabajo para algo que ni siquiera te gusta tanto… No tenés vocación para esto. Mejor hacé esta otra. ¡Qué linda! ¡Esto está bueno! Uh, pará: mucha tarea. No está tan bueno después de todo. ¿Para qué terminarla? Si total no te vas a dedicar a esto…

Que no me joda. Esta vez no le pienso hacer caso. (Bah, tampoco es que antes le haya hecho caso. Más bien, me hizo la vida miserable hasta que me volvió imposible el estudio). Sé que me gusta la música. Desde los 14 años que quiero estudiar música. Y ahora, después de tantas idas y vueltas de la vida, por fin se me da. Tengo la paz y privacidad para estudiar que nunca tuve. Tengo los instrumentos, que elegí porque realmente me gustaban. Tengo profesores que me bancan!!, cosa que todavía no puedo creer lo afortunada que soy de que me hayan tocado profes tan pacientes y comprensivos. Tengo una familia que me re banca, que absolutamente no merezco. ¡Lo tengo todo! Sólo me falta la salud (mental, porque de la otra sí tengo). Pero no quiero dejar que esta enfermedad del orto me vuelva a arrebatar mis sueños. ¡Quiero estudiar! ¡De veras lo quiero! ¡Ánimo!

sábado, 26 de septiembre de 2015

Desesperanza

Estuve escuchando el sonido de la lluvia que sale de mi computadora por casi 45 minutos sin parar. Esto lo hago cuando intento practicar con la flauta. Estuve tratando de hacer escalas, como una especie de precalentamiento. En los 45 minutos, no logré ni siquiera subir hasta las últimas notas que aprendí. Es decir, no logré hacer ni una escala completa.

En 45 minutos.

¿Qué es lo que estuve haciendo entre nota y nota? Bueno, aquí va la lista:

Sintiendo fastidio por el dolor de espalda. Siento que tengo una pesa, de esas de arena, colgada del cuello.
Odiándome un poco.
No soportando cómo sueno en la flauta.
Sintiéndome incómoda; acomodando mi postura, etc.
Mirando mi reflejo en el vidrio de la ventana para ver si estaba derecha.
Tratando de mantener la mirada hacia adelante, y no mirar al piso como es mi tendencia.
Odiando cómo suena todo lo que hago en música: flauta, piano, canto...
Mirando mi imagen en el vidrio y pensando que me veo fea; mi espalda está tan torcida que si me pongo derecha se ve antiestético, y si no estoy derecha me veo... bueno, encorvada, obvio.
Preguntándome si vale la pena tanto esfuerzo, si no voy a fracasar igual que siempre. Es TAN largo el camino. Y estoy fracasando tan estrepitosamente en mis muy humildes objetivos, que mi capacidad de confiar y creer en que voy a lograrlo se va desvaneciendo cada vez más.

Cada día se van achicando mis esperanzas de que esta vez sí voy a poder estudiar, sí voy a poder ser una estudiante normal, por una vez. Hacer una carrera, sin importar si la termino o no, pero sólo eso... estudiar, asistir, practicar. Nada más. No busco títulos, trabajos, ni cosas que parecen fuera de mi alcance. Solamente poder vivir una vida de estudiante, tener la alegría de estar estudiando lo que me gusta.

Mucha gente desearía poder dedicarse a estudiar lo que les gusta, en lugar de tener que ir obligatoriamente a trabajar un montón de horas que no les dejan tiempo para cumplir sus sueños. Y yo acá, tengo la posibilidad de estudiar lo que siempre quise estudiar.

Y no lo estoy disfrutando. Lo estoy sufriendo. Porque parece que no tengo la capacidad de disfrutar de nada.

Hay un montón de cosas que me gustan: los idiomas, la música, el maquillaje, el diseño de indumentaria, las danzas... Pero cada vez que intento estudiar alguna, parece que automáticamente dejaran de gustarme. Parece que no me gustan "tanto" como para estudiarlas, como para dedicarles semejante esfuerzo.

Todo el año estuve repitiéndome a mí misma que es la enfermedad la que hace que no pueda disfrutar de las cosas que me gustan (característica muy común de la depresión), y que si lo sigo intentando, este período bajo va a pasar. Que voy a poder crear un hábito de estudio, que voy a poder avanzar. Que voy a poder disfrutar de tocar.

Pero pasan los días, pasan los meses, y sigo fracasando en mis intentos. Ya se me hace muy difícil creer en todo eso que me digo. Siento que me estoy mintiendo a mí misma, que no hay caso, que alguien como yo, con todos mis rollos y mis mambos y esta puta depresión no puede estudiar, al igual que siempre. Que estoy demasiado dañada, que soy demasiado estúpida, demasiado vaga como para tener éxito. Que debería "dejarme de joder" y ponerme a estudiar, o "dejarme de joder" y buscarme un laburo. Sí, hoy es un día en que pienso como la gente que me lastima. Hoy es un día en que sus voces se hacen realidad en mi cabeza.

Me odio. Realmente me odio. No me soporto. Odio la persona que soy. Pero parece que no tengo fuerzas para convertirme en una persona mejor.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Miércoles gris (26/08/15)


[Encontré en mi compu un par de relatos de días pasados, que aparentemente me olvidé de publicar, como éste, escrito el 26 de agosto. Un día nublado y bajoneante.]


Mi piano es un somnífero. Llevo 15 minutos tocando y ya me agarró un sueño bárbaro.

No sabía bien qué hacer (todas mis pequeñas piezas y estudios fáciles me tienen cansada), así que agarré una pequeña obrita, Bartok 17, sobre la cual estuve trabajando relajar la mano izquierda, que se tensa como una garra en ESA obra en particular; en otras está más relajada. ¿Quién entiende cómo funciona el cerebro? XD

Paro para escribir y hacerme un café. Estoy despierta desde las 7 am, cuando me levanté para ir a clases… y no pude. Ya desde anoche que no quería salir, la idea me disgustaba un montón. Pese a eso me levanté y me empujé a prepararme, pero cuando estaba a medio vestirme me agarró la angustia. Me quedé hecha un bollito en el futón, sobre una almohada, triste, muy triste por no haber podido ir a clases.

Cuando estaba muy, muy enferma, en mi gran bajón de 2013, me venían estas crisis muy seguido. El año pasado fueron menos (pero todavía numerosas) y este año fueron menos hasta ahora, pero estas últimas semanas estoy más inestable.

Estos episodios consisten en que yo tengo que salir para algún lugar. No tengo ni las más mínimas ganas… ¿o sí? Es una de las cosas más raras con que me toca lidiar en esto de tener depresión: quiero ir y no quiero. Los motivos por los que quiero ir suelen tener que ver con el sentimiento de deber cumplido, la lógica de estar estudiando X cosa por mi propia elección, y otras cosas que pueden variar según la clase en particular. Pero a la vez, la idea de salir me genera mucha angustia. Todo parece difícil: desde arreglarse hasta salir a la calle, caminar hasta el colectivo, pedir el boleto al chofer, llegar a clase, estar en clase (lo cual requiere de atención y esfuerzo), volver a casa… Si salgo ahora, no vuelvo a casa hasta las 10.30 am. Tres horas, ¡tres!, de andar por la calle y dentro de lugares, interactuando con el mundo. ¡Horror! No me siento capaz de hacerlo. Y así es como me quedé en casa.

Me sentí triste, claro. Muy triste. Perdí mis clases de flauta y piano. Son las clases que más me motivan. Toda la semana apunta a ellas; todo se trata de trabajar lo más posible con los instrumentos para poder aprovecharlas al máximo. Si yo tuviera que pagar por la educación que recibo en el conser, nunca podría pagarla. No podría pagar ni una sola de mis clases: simplemente no tengo el dinero. Se me da la enorme oportunidad y bendición de estudiar… y yo estoy acá, sentada en mi futón, a medio vestir, llorando delante de la tele. ¡Cómo quisiera estar sana, y poder estudiar muchísimo, dedicar un montón del mucho tiempo que tengo al estudio, y luego ir a clases feliz y orgullosa de lo que trabajé, y poder aprovecharlas! En vez de eso, mi pequeño, humilde, quizás patético objetivo es simplemente… estudiar media horita de cada instrumento por día y, lo más importante, no faltar a clases. Hoy no logré ni eso, ni siquiera mi pobre y diminuto objetivo. ¡Qué fracasada me siento! ¡Qué culpable, por haber desperdiciado mis clases!

A la vez… algo cambió en mí. Ya no es como en 2013. Ahora me comprendo un poco más; ahora sé que no es por vagancia. Sé que esto, esto que estoy haciendo ahora, esta situación, este miedo, no soy yo; sé que no es así mi personalidad. Sé que es la depresión y que, mientras yo pueda reconocerla, tengo chances de ganar.

Me levanto, me lavo la cara y me preparo un desayuno. Comienza el día.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Media semana complicada (14, 15 y 16 de septiembre)


Lunes

El lunes, pese al bello domingo que pasé, me levanté sin muchas ganas de ir a la clase de Audio. Finalmente, haciendo un esfuerzo, pude ir. Estuvo entretenida y novedosa. En el recreo almorcé una tarta de calabaza, ricota y verdura. Bien ahí, comí vegetales!! ;) De vuelta a casa quise sacar el boleto estudiantil, pero no había sistema. En el subte venía muy cansada. Mi plan era estudiar algún instrumento antes de ir a terapia, pero en vez de eso me puse a boludear en la compu.

Cuando volví de terapia estaba cansada y con un humor de perros. Mi novio llegó de trabajar y también se enchivó porque yo estaba mala onda. Le conté todas las pálidas del día, que ahora mismo no recuerdo cuáles eran. Tampoco recuerdo nada del resto de la tarde, sólo que no estudié ningún instrumento.


Martes

Llegó el martes: clase de Educación Vocal por la mañana. Tengo un temita importante con esa clase: no logro sacar la voz, entonces vocalizo mal, me duele y me angustia el fracaso. Yo ya pude sacar la voz alguna vez en mi vida, y sé cómo se siente. Se siente genial, básicamente. Pero este año sólo me pasó una vez. Ahora no puedo hacerlo. Hace un buen par de semanas que estoy muy tensa y contracturada, y eso me hace doler el cuerpo cuando toco, principalmente la flauta. También siento que mi capacidad de aire, en vez de avanzar, retrocedió.

De todos modos junté coraje y fui a clase. En esta clase hay un montón de gente copada. Grupo chico, hubo bastante deserción. A la salida siempre nos quedamos todos en la calle charlando un ratito. Está re bueno socializar. Guau, no puedo creer que esté diciendo esto.

Después fui a clase de ruso, o sea que pese al desgano pude ir a mis dos clases del día =)

La tarde en casa fue mala, porque no pude juntar voluntad para estudiar nada de nada. Pero la noche... la noche fue una pesadilla. Me vino una gran angustia y malos recuerdos del pasado. Me puse a llorar copiosamente. Eran las 10 de la noche y yo quería bañarme antes de dormir. Me sentía muy sucia del andar del día. De veras mi cuerpo deseaba el agua calentita y el jabón. Deseaba limpieza. Yo quería bañarme. Pero no podía sacarme ni la ropa. Estaba muy angustiada y me sentía como amenazada y tensa. Por supuesto, no había ninguna amenaza a la vista; sólo estaba mi Ruludo tratando de ayudarme como pudiera. Yo lloraba casi a gritos.




Se necesitó una gran fuerza de voluntad para sacarme la ropa. Cada prenda que me iba sacando, paraba unos segundos para llorar. Viendo tanta dificultad, mi novio intentó que pospusiera el baño y me metiera en la cama hasta sentirme mejor. No quise. Yo quería bañarme. Tenía derecho a bañarme. Y esta enfermedad de mierda no me iba a quitar ese derecho. Con gran esfuerzo me saqué la última prenda. Mientras lo hacía, me sentía como los héroes de las películas cuando logran hazañas importantes, tan valiente necesitaba ser. Por fin, casi desnuda, excepto la ropa interior de abajo que no pude sacarme, con gran ayuda de mi Ruludo y llorando a gritos a cada paso, logré entrar en la ducha.

Ah, el agua calentita. Qué bien se sentía! Sonreí, la disfruté. Tanto había deseado el agua! En un minuto dejé de llorar. Los recuerdos malos se fueron lavando de a poquito con el agua. Se fueron por la cañería. Salí mucho mejor de mi baño, feliz de estar limpia. Qué alivio!

Me fui a dormir inmediatamente. Ya tenía planeado no ir al día siguiente a clases. Estando tan inestable, tengo miedo de que me agarre una crisis de angustia en plena clase o en la calle. Pero no estaba muy segura, porque, por supuesto, quería ir a clases! Quería sentirme bien y poder ir. Pensé: "Veamos cómo me levanto mañana". La noche fue un bajón: dormí re mal. Me despertaba a cada rato, estaba muerta de hambre (había comido por última vez a las 4 pm) y para colmo me dolían mucho los codos. En la mitad de la noche tuvo que levantarse el Ruludo a traerme la almohadilla eléctrica. Algo ayudó. Pero pasé una noche de perros.

Miércoles

Al día siguiente no estaba en condiciones de salir, aunque lo consideré. A las 7 am le pedí a Rulos un mate cocido, que tomé con dos churros, y él me ofreció quedarse en casa, faltando al trabajo. A veces hace eso cuando el día anterior yo estuve muy mal, al día siguiente se queda en casa.

Pasé un día normal, ni muy positivo ni muy negativo. Por la tarde estuve con el piano. 15 minutos que me parecieron eternos. Terminé llorando. No me pregunten por qué. Angustia. Falta de paciencia con mis errores. Deseo de estar sana y estudiar. Descansé. Más tarde, mientras Rulos se bañaba, yo quería tocar la flauta, pero estaba confinada al comedor. Por algún motivo tenía en la cabeza el "Apocalipsis en 9/8" de Genesis. Puse la canción y me puse a sacar lo más básico: lo que hacen la guitarra y el bajo. Mi-Mi-Fa#-Mi-Si-Mi-Mi-Mi-Fa#, repetir durante 5 minutos, luego bajar y hacer el mismo dibujito en la tonalidad vecina. En una parte entra la flauta y toca las mismas notas acompañando al resto. Me divertí un buen rato tocando con la música! Cuando salió mi Ruludo del baño le mostré orgullosa mi trabajito.

Un perro tocando la flauta.
Interpreten esto como quieran...

Después de bañarme pude tocar la flauta unos 30 minutos con interrupciones. Sólo escalas, nada de ejercicios del libro ni obras. Peor es nada.

[Es tarde, quiero comer e irme a dormir. He escrito un testamento sobre mi semana. Qué egocéntrica! Ni que a alguien le importara.]

Los ravioles de verdura están buenos.

Domingo soleado

[Escrito el lunes 14/09/15]

Hace mucho que no escribo en el blog. Esto es porque quiero empezar a incluir posts que sean de información, como era mi idea original, y todavía no me pongo a recopilar información y a buscar artículos. No quiero que este blog sea un espacio pura y exclusivamente catártico. Escribir durante mis malos ratos y compartir los buenos me hace bien a mí misma, pero quiero que esos relatos tengan la finalidad de que los que no tienen depresión puedan ver cómo es el día a día de alguien que sí tiene. Quiero que tengan un propósito, que ayuden al que quiera saber cómo es la cosa por dentro. A lo mejor algún día viene alguien por acá, que tiene a un ser querido con depresión, y quiere saber cómo es la cosa, cómo se siente esa persona, para poder ayudarla mejor, o simplemente comprenderla, o al menos, mínimamente, saber qué NO decir, para no hacerla sentir peor. Mi experiencia no es exactamente igual a la de todas las personas con depresión. Pero está bueno conocer las experiencias de otros. A mí, por ejemplo, me sirvió leer los relatos de otras personas y ver cuántas cosas que a ellos les pasaban me pasaban a mí también. Me ayudó a entenderme. Es muy feo que te pasen cosas y no entender por qué, qué carajo es lo que está mal con vos para sentirte así. La educación y la comunicación hacen una diferencia inmensa.

Ayer, domingo, tuve un día exitoso. Aunque me levanté tarde, pude hacer mis 30 minutos de cada instrumento. A las pocas horas de levantarme empezó a dar el sol en mi habitación. Cuando pasa eso, a veces dejo todo lo que estoy haciendo y me tiro al solcito. Me hace mucho bien. Esta vez decidí agarrar la flauta como compañía, y el celular para cuando me cansara. Me puse a tocar escalitas y chatear con una compañera cuando me cansaba de tocar. Me sentía contenta: el sol me pone de buen humor, sobre todo cuando puedo sentarme a disfrutarlo. Eso es ahora que estoy mejor; antes no podía disfrutarlo. Una de las características típicas de la depresión es que de a poquito dejás de disfrutar de las cosas que te gustan. Simplemente ya no te traen la alegría o el placer de antes. Es muy triste sentir que aquello que te hacía feliz ya no lo hace. Podés llegar a pensar que te dejó de gustar, y eso te da tristeza. En realidad no es eso, sino que es la depresión la que te impide disfrutarlo. No sé cómo funciona, pero es lo que pasa. Por eso no me doy por vencida con el aprendizaje de los instrumentos, aunque parezca que sufro mucho estudiando. Sé que sufriría más si los abandono. Lo sé por experiencia.

Volviendo al tema del sol, recuerdo claramente un día en 2013 (¿o sería a principios de 2014?) en el que yo estaba mirando por el balcón. Afuera se veía un día precioso! Los árboles al otro lado de la vía estaban llenos de flores, iluminados por el sol, y se balanceaban con el viento. Yo me sentí tan triste mirándolos como me hubiese sentido de contenta en otros tiempos. Eran tan hermosos! Me puse a llorar, porque veía un día tan hermoso y no podía disfrutarlo. Sentía una tristeza que no parecía tener motivo, y era tan grande que ni siquiera un día tan hermoso lograba distraerme. Pensé: "Antes me encantaban los días así y los disfrutaba muchísimo. Ahora los miro y esta tristeza no cede ni un poco."

Por suerte, ayer pude disfrutar del sol otra vez. El sol sale y yo me saco la ropa y me tiro en la cama, riendo feliz y gritando: "¡Sol, sol!". A mi novio le da ternura. Doy vueltas en el solcito. Es algo así como la felicidad.

Las sesiones de estudio de ayer quedaron para la noche, después de una rica merienda con chipá. Primero la flauta. Me puse a hacer la bendita melodía que tenía de tarea. Es difícil, pero muy hermosa! Avancé bastante. A mis oídos sale espantosa, pero al menos me alegró poder practicarla. Le dediqué más de media hora, con descansos en el medio.

Después el piano. Estos días estoy dedicada por completo a dos obras cortitas de Czerny (la 15 y la 18). Practiqué un montón y vi cómo mi memoria iba reteniendo ciertas partes. Me sentí contenta con el progreso y luego me regalé unas cuantas horas de trabajar en mi agenda. Es como un diario donde escribo lo que me pasó en el día, letras de canciones, etc. Me gusta pintarlo con colores y algunas hojas las imprimo en la compu. Puedo pasar horas haciendo eso, me encanta.

En resumen, un día muy positivo!! Sol, estudio y entretenimiento!! Quiero transmitirles que una persona con depresión no está necesariamente toooodo el día llorando. Quiero contarles sobre estos días buenos, así como escribo sobre mis malos ratos. 

martes, 25 de agosto de 2015

Cansancio

Hoy tuve un día cansador. Logré ir a todas mis clases y la pasé bien. Por otro lado, tuve dolor de espalda todo el día. Volví con mucho sueño y la cabeza llena de pensamientos tristes acerca de comentarios que la gente hace y me hieren. Imaginé conversaciones y ensayé respuestas. Encontré una buena metáfora. Me fui a bañar y cuando salí dormí 30 minutos, porque no se podía estudiar nada con el sueño que tenía. Me levanté y decidí empezar por la flauta, que es lo más ruidoso.

Estaba medianamente predispuesta para el estudio, aunque un poco preocupada por la hora (20:30). Pero en cuanto quise tocar la primera frase, toda la predisposición se me fue al carajo.

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I really, really don’t want to be doing this.
Por favor, no quiero.

¿Y cuál es la alternativa? ¿Qué es lo que sí quiero?

Sólo… no hacer esto. No hacer lo que tengo que hacer. No ir a clases mañana. No enfrentarme a nada ni ver a nadie. Basta, por favor. Estoy cansada.

Agarro la flauta.

- Mi-fa-sol-la-si…

Viene la escala completa… larga y difícil.
No, no quiero. Basta.
Me invaden las ganas de llorar.
Toco el Re, a modo de final, para escuchar la tónica y que no me quede la sensación de algo que quedó trunco. Pero no me satisface.
Me duele la espalda. Se me caen las lágrimas mientras escribo.
Hoy no tengo ganas de pelear la batalla. Ya basta. ¿Cuánto puede aguantar una persona? ¿Qué quieren de mí?

Tampoco quiero levantarme e ir al piano. Lo pienso. Si no es un instrumento, bien podría ser el otro. Pero no quiero. La sola idea de ir a sentarme al piano me angustia. Me imagino haciéndolo, estudiando… intentando una y otra vez algo que no me sale, como fue la vez anterior. La vez anterior terminó saliendo lo que buscaba… pero el proceso fue frustrante y horrible. Parece que el recuerdo de que ayer al final me salió no es suficiente zanahoria como para convencerme de sentarme ahí otra vez.

No quiero tocar nada. Quiero quedarme acá sentada y quieta.
Pero más que eso, quiero quedarme sentada y quieta sin sentirme tan horriblemente culpable. Sin sentir que la culpa me tapa como una colcha pesada, de esas tejidas super gruesas que sentís que te impiden los movimientos.

Que alguien me ayude, por favor. Quiero que pare. Quiero que deje de doler. Que se me vaya esta sensación horrible de querer andar y no poder, de quedarme quieta y sufrir. Dentro de mi mente, si me muevo, siento como si me clavaran con agujas, como si fuera una tortura. Si me quedo quieta, me relajo… pero me ahogo. La culpa y la derrota me sofocan. Ayuda, por favor. Hagan que pare. Help… Please, help.

Lloro. El Ruludo me oye y viene a verme. “¿Qué le pasa a mi Snor?”, pregunta con cariño. Pero a mí, aún esta simple y amorosa pregunta me molesta. Pienso que me molesta que no lo sepa ya: ¿no sabe que estoy enferma? Pero sé que en realidad, lo que me molesta es mi propia incapacidad de explicarle lo que me pasa. Siento que es imposible, que él pone todo de su parte para entender, y yo pongo todo de mi parte para explicar, aún en medio de mi cansancio y mi angustia, y no se entiende. No se puede entender. Siento que el blog es al pedo, porque estoy tratando de explicar lo inexplicable.

Me dice:

- Entonces no toque flauta ahora.
- No quiero tocar el piano tampoco.
- ¿Por qué se la agarra ahora también con el piano?
- ¡Porque no quiero tocar nada!

Se va. No entiende. No es que “me la agarre” con nada, y me da bronca que piense o imagine eso. No “me la agarro” con nada. No estoy enojada con la flauta y me la agarro con el piano, ni viceversa. Cuando agarro a golpear las teclas, no estoy enojada con el piano, ni ahora con la flauta. Justo antes de que él entrara, tenía ganas de agarrar mi flauta y abrazarla mientras lloraba. Amo a mis instrumentos. Los adoro. Me hace feliz estudiarlos. Pero sufro tanto estudiándolos… y sé que no es lo normal, que no soy yo. ¡Sé que no soy yo! Es la depresión. Lo sé… porque en todo este tiempo, de a poquito voy aprendiendo a diferenciar entre ella y yo. Qué discursos son míos, y cuáles de ella; qué deseos son los míos, y cuáles de ella; qué rechazos son míos, y cuáles de ella. Muuuy de a poquito, voy aprendiendo a conocerla, a dejar de confundirla conmigo. Antes pensaba que todo eso feo era yo.

A ella, básicamente, le disgusta cualquier cosa que a mí me haga bien; por lógica, le disgustan muchas de las cosas que a mí me gustan. Ella detesta que yo me levante a la mañana temprano, porque sabe que, cuando esté tomando mi café en el escritorio y leyendo mi agenda de tareas, voy a estar contenta e ilusionada con empezar el día, feliz por haberme levantado temprano y tener todo el día por delante, como una hoja en blanco. Le disgusta que yo me vista y salga y vaya a clase de Audio, porque sabe que me encanta la clase; detesta que yo vaya a clase de Educación Vocal, porque sabe que ahí veo a mis compañeros, a los que estimo. Y no quiere que los vea. Quiere que me quede en casa y me dice que total a ellos les da lo mismo si voy o no, que ninguno de mis compañeros me quiere y que si dejo de ir nadie me va a extrañar; que ellos no me estiman como yo a ellos.

La depresión detesta, ¡aborrece!, que yo vaya a clase de instrumentos. Cuando estoy ahí, concentra todas sus energías en hacerme sentir miserable, cada vez que no me sale un ejercicio.  La semana pasada me cansó tanto, que casi me voy a la mitad de la clase. Concentra toda su maldad en estas dos clases porque sabe, bien lo sabe, que ningún día me voy a casa más motivada y contenta que los días que tengo las clases de instrumentos. Sabe que voy hecha un trapo y salgo contenta, con ganas de estudiar y hasta con algo de confianza en mí misma.

Hoy estoy demasiado cansada para presentarle batalla. Mientras escribo esto, me vuelve a la cabeza el pensamiento de que algunas personas de mi entorno me criticarían. Dirían que me estoy “dejando ganar”. El sólo pensar que alguien podría pensar eso me llena de angustia y de odio. La gente no tiene ni puta idea de nada. No tienen idea de lo que es este sufrimiento. Pero sus críticas y sus juicios se unen a la voz de la depresión que me dice: “Te gané. Tonta, no me ganaste porque no quisiste.”


Pasó el tiempo y no estudié. Y ahora voy a hacer cualquier actividad recreativa, y tratar de convencerme a mí misma de que no, no soy una cobarde, no soy una pelotuda, y que no… no es un pecado no ganar todas las veces.

lunes, 24 de agosto de 2015

Ratitos de estudio, ep.2: Flauta 22/08

TvTropes es el infierno de los
procrastinadores...(¿o el paraíso?)
Sábado 22/08: Desperdicié toda la tarde en la computadora. En parte escribiendo para el blog, pero en mayor parte leyendo pelotudeces varias en internet. Varias horas estuve en TvTropes. El resto, navegando en Google. Son las 9:30 y estoy desanimada. Pero es sábado: se puede hacer ruido hasta tarde. Decido que voy a empezar por la flauta, que es lo que hace más ruido.

De pronto siento como un poco de miedo. ¿Y si no lo logro? Imagino la partitura, pienso en las notas agudísimas que tengo que practicar… Tengo miedo de que me agarre la chiripiorca otra vez y terminar llorando. Conozco y anticipo el sentimiento de desánimo, de “por favor, que se termine esto de una vez” que me sobreviene cuando estoy estudiando. En el piano a veces se traduce en golpes contra las teclas, o puteadas. En la flauta, que me parece más frágil, con todas esas llaves y cosas que tiene, tiro para el lado del llanto y la angustia. Puteo menos y lloro más. No sé cuál de las dos opciones es peor. Creo que el piano, que liga teclas apretadas con bronca, se lleva la peor parte. Pobrecito, mi bebé.

Voy a buscar la partitura. Miedo. Cuando estoy por hacer algo que me da miedo, a veces rezo. Es una muy simple oración pidiendo ayuda, costumbre que me quedó de cuando era cristiana. Ya hace tiempo que no lo soy, y no estoy segura, ni de creer en Dios, ni de no creer en Él. Pero estas microplegarias se me escapan siempre cuando estoy por hacer algo que me da miedo. Una vez me dijeron que el motivo por el cual a mí me había venido la depresión era porque había dejado de ser cristiana. La gente ignorante que piensa eso, francamente, se puede ir a la reverenda concha de su madre. Dejen las llaves y cierren la puerta, por favor.

Pongo las hojas en la pared, mi atril de pobre XD

- No importa que tus profesores sean pacientes y comprensivos. Igual sos una vaga de mierda. Todo lo que hablás no justifica nada. Te estás agarrando de la depresión para no hacer cosas. Es una excusa para no trabajar.

No, no y no, tarada. Si yo realmente fuera vaga, disfrutaría de no trabajar. En cambio el no poder hacer me llena de tristeza, de culpa, de angustia. Quiero hacer. Quiero estudiar. Quiero tocar. Quiero solfear. Quiero limpiar y cocinar. Quiero, quiero, quiero…

(¿Vieron qué enfermedad de mierda que es la depresión? Me impide hacer cosas, y luego me hace sentir culpable por las cosas que no hice… por culpa de ella! Conchuda retorcida).

Rápidamente intento notas agudas, pero sin expectativas, así que cuando fallo, no me molesta tanto. Lo que sí me jode es el silencio. Ah! Me había olvidado de MyNoise.net. Voy a ponerlo, y ahí veo el cartelito en la esquina inferior derecha de la pantalla. (Ver notas al pie). Concha. Es freetime. Voy a ver facebook rapidito, que no lo vi desde la mañana.

Tengo hambre. Quiero un sándwich de esas milanesas de peceto que hay en la heladera.
Termino de ver facebook y retomo.

Rain a todo lo que da. Relajo. Roto hombros, roto cabeza. Hago una escala desde el Re de la 2da octava. No me salen muy largas las notas. Siento trabajar los músculos de la pancita. Descanso cada 2 ó 3 notas. Llego al Do. Descanso, escribo esto.
Desde el Sol al Re de la 3ra octava, que suena horrrrrorosooo. La afinación hizo fiuuuummm! hacia abajo >_< Salgo y le mangueo a Rulos el deseado sándwich para cuando termine con la flauta. Está jugando videojuegos. Dice que no sabe si será posible.

Quiero, quiero hacer esto de las escalas tooodos los días de acá a marzo del año que viene. Quiero que el año lectivo que viene sea mejor que éste desde el principio.

Re-Re#, (digitación de Mi al aire? ah! me salió de una esta vez), Re#-Mi, Mi-Fa… Me mentalizo de que el próximo seguro salga mal y está todo bien con eso. Faaa-ouch. Faaaa-ouch. En clase me salió: tiene que salir de vuelta. Faaa-ouch… me doy cuenta de que estoy poniendo un dedo mal! Faaa-Fa###! Wiii! =) Escribo y descanso.

Re-Re#, Re#-Mi, Mi-Fa, ah! cierto que tenía que hacer todo dos veces; Mi-Fa, Fa-Fa#. Sol. Casi suena el Si choto. Tengo el cuello todo duro y seguro por eso me duele la garganta un poco. No importa: las notas salen. Focus on the positive!

Pág. 20, ejercicio 5a, dos veces. No tan mal. 5b cuesta más. Estoy cansada. Vamos, ánimo. Mi zanahoria es el sándwich.
Siento la tensión en la muñeca izquierda. Pienso que el motivo por el cual todavía no me agarré una tendinitis es porque hago un pentagrama y relajo, un pentagrama y relajo. Aflojo las manos. Escribo. Aflojo otra vez.

Pag. 21, ejercicio 4a. Jodido. Jodido. Estoy cansada. Tengo hambre. Ouuuch, panza vacía. Lo toco de vuelta. Mejor. 4b. Ouch. Hambre. Lo completo a duras penas. Ni bien se me cae el apoyo de la pancita, se caen las notas. Realmente todo está en el apoyo. Qué lo parió, carajo. De vuelta el arpegiooo, a ver. No. Conchudo! Intento. No sale. Puteo. De arriba hacia abajo sale. Al revés no. Mierda!!

Suficiente por hoy. Logré mi media hora. Voy a comer algo. Qué hambre tengo!!
Todavía me faltan los 30 minutos de piano del día. ¿Los podré hacer?
Mientras caliento la comida (crepe de verdura con bolognesa: el Ruludo se ortivó con el sándwich) y el rico pancito, pienso que me siento de mucho mejor humor que antes de empezar. Hoy gané yo ;)

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Notas explicativas:

1) My Noise: hay un sitio de internet que uso mucho: mynoise.net. Básicamente es un generador de diferentes sonidos, online, que uso para que el silencio de la habitación no me inhiba tanto a la hora de estudiar. Hay muchos sonidos para elegir, pero yo uso el sonido de la lluvia (Rain Noise o Absolute Rain) y, a veces, también el ruido gris (Grey Noise).

2) Freetime: otra cosa que uso es el complemento Productivity Owl para Google Chrome. Su objetivo es limitar tu acceso a internet para que no pelotudees tanto y labures más. Viene en la forma de una lechucita de aspecto adorable, aunque sarcástica y gruñona, que se sienta en una ramita en la esquina inferior derecha de la pantalla. Te da un tiempo fijo para navegar libremente por cada página (yo lo tengo en 100 segundos), al final del cual vuela a través de la pantalla y te cierra la pestaña. Permite configurar una “lista permitida” de sitios permitidos, donde ese countdown no rige, y una “lista prohibida” de sitios que directamente no se pueden acceder. También se configura un tiempo libre o “freetime”, en el que podés navegar libremente. La ramita de la lechuza aparece entonces sin su dueña, y con un cartel que dice “freetime”. 2) Freetime: otra cosa que uso es el complemento Productivity Owl para Google Chrome. Su objetivo es limitar tu acceso a internet para que no pelotudees tanto y labures más. Viene en la forma de una lechucita de aspecto adorable, aunque sarcástica y gruñona, que se sienta en una ramita en la esquina inferior derecha de la pantalla. Te da un tiempo fijo para navegar libremente por cada página (yo lo tengo en 100 segundos), al final del cual vuela a través de la pantalla y te cierra la pestaña. Permite configurar una “lista permitida” de sitios permitidos, donde ese countdown no rige, y una “lista prohibida” de sitios que directamente no se pueden acceder. También se configura un tiempo libre o “freetime”, en el que podés navegar libremente. La ramita de la lechuza aparece entonces sin su dueña, y con un cartel que dice “freetime”. 



domingo, 23 de agosto de 2015

Pensamientos sueltos

  • Cuando tiro al piso el agüita de la flauta, me pongo contenta. Siento que representa el trabajo que hice. Digo contenta: “Agüita, el fruto de mis esfuerzos!” =)
  • Los días posteriores al jueves (el día que estuve tan preocupada por mi mala alimentación) comí un poco mejor. El viernes en casa de mamá comí un omelette y luego un rico plato de pollo con papas y zanahoria muy sabrosos. A la noche le pedí al Ruludo que pidiéramos comida de delivery. Pedimos puré de papa y calabaza (que comí con un resto de kafta y el pancito rico que traen de esa casa) y un crepe de verdura con salsa bolognesa. Eso comí el sábado, tanto al mediodía como a la noche. Estoy muy contenta de comer verdura.
  • Me encantan el piano y la flauta. Estoy muy contenta de estudiarlos. Me gusta estudiar música. Debido a la depresión, que me complica el estudio, la paso mal cuando estoy estudiando. Pero me gusta mucho lo que estudio. Estoy feliz de poder hacerlo =)
  • El sábado a la mañana limpié el kohinoor. Esto es bueno porque generalmente no tengo ganas de limpiar nada.

sábado, 22 de agosto de 2015

Mi temita con la comida

Yo no cocino. Odio cocinar. No es un rechazo común y corriente: es Odio, con mayúscula. Cuando intento cocinar de prepo, termino con un humor de perros. Lo hago con muy mala gana, grandes dosis de puteadas, y mejor que nadie se me acerque en el proceso. Si me ves cocinando, es sinónimo de que la estoy pasando mal y estoy de pésimo humor. Están avisados.

Mi alimentación es bastante pobre. Como muy pocas verduras, casi nada (o nada) de frutas, fideos muy seguido, arroz relativamente seguido, milanesas de pollo y carne, omelettes con queso, y sobre todo, mucho mate cocido, café y galletitas varias. Soy adicta a las papas fritas. Antes me comía un paquete por semana. Ahora, por suerte, estoy comiendo menos.

Tengo un rollo importante con la comida. Si mi novio cocina, como con muchas ganas. No es que no tenga hambre: sí que tengo. Pero cuando tengo hambre y él no está, no cocino. Si estoy en modo muy voluntarioso, hiervo unos fideos y me los como. Si no, hago una taza de mate cocido y la tomo con galletitas, bizcochitos de grasa, madalenas… lo que haya. O café, últimamente tomo cada vez más café, porque siempre tengo sueño (mágicamente cuando quiero estudiar me viene un sueño bárbaro, es como un embotamiento, un estado de no poder ni estar alerta, ni quedarse del todo dormida).

Vivo con mi novio, que labura varias horas… y tampoco es Master en Alimentación. Su propia dieta es bastante pobre, muy poco variada, pero hace lo que puede para que yo coma. Esto incluye hacer todas las compras de la casa y además cocinar por la noche para que al menos una vez al día yo coma algo de comida.

Esta situación me hace sentir re culpable. Me encantaría poder bastarme yo solita, que cuando él venga le pueda contar la rica comida saludable que comí al mediodía. Algunas veces sucede el milagro: de pronto hay un día en que la idea de cocinar no me da asco, agarro y hago aunque sea un arroz con cebollita y morrón, una milanesa al horno… algo. Cuando pasa eso, no espero a que vuelva él: saco la foto y se la mando, muy orgullosa, por whatsapp =) Él se pone contento porque sabe cuánto me cuesta cocinar.

Pero la mayoría de las veces no pasa. De pronto siento hambre… y ni bien pienso en cocinar, se me escapa un gesto de cansancio y bronca. La mera idea de entrar en la cocina me repugna. Siento que me agarra una cosa fea en el pecho de sólo pensar en hacer comida. Aún así, intento pensar… ¿Qué podría hacer? ¿Qué tengo ganas de comer? No se me ocurre nada. Algo salado… pero no sé bien qué. Repaso mentalmente todo lo que hay disponible en la casa para hacer: fideos, arroz, milanesas… Ninguno me resulta apetecible, y menos aún la idea de tener que prepararlos. Me distraigo con otra cosa, con la esperanza boluda de que a lo mejor, al terminar eso, mágicamente se me haya ido la pelotudez y el rechazo por la cocina. Y no, claro que no: cuando terminé de investigar en la compu quién carajo es el guitarrista en el segundo álbum en vivo de Zemfira (una inquietud muy urgente), todo lo que conseguí es: tener aún MÁS hambre, más fastidio por la urgencia de preparar algo, y encima no sé quién carajo es el guitarrista porque la Wikipedia en ruso no dice una goma. Carajo!

Me angustio. Lloro, a veces visiblemente y con lágrimas, y otras por dentro, sin que se me mojen siquiera los ojos. Pienso en que cualquier persona normal iría a cocinarse algo y punto… pero yo estoy acá, sentada agarrándome las piernas y sufriendo, en parte por el hambre, en parte por la falta de voluntad, en parte porque me siento una pelotuda de niveles astronómicos… Podría ir a hacerme unos fideos. Eso no es tan difícil, razono. Pero estoy TAN cansada de comer fideos! Almorcé fideos ayer, y anteayer también…

Pongo la pava y me preparo una taza de mate cocido, que me tomo luego con bizcochitos de grasa. Mi estómago se calma, pero yo no. Sigo sintiéndome una pelotuda. Me siento culpable, además, porque parece que si mi novio no me cocina, no como. Mi novio, viste, el mismo que labura y hace las compras y lava los platos sin decir ni mu cuando vuelve de trabajar y yo no los lavé en todo el día, porque estuve en Facebook o en Wikipedia o en Google o en porongafrita.com. Qué mierda que soy. El pobre pibe labura, compra, cocina… y yo no hago nada. Bah, estudio, se supone… y soy ama de casa, se supone. Todo se supone. Nada es.

A veces a la noche él no tiene ganas de cocinar, o cuelga en la computadora, como debería ser lo normal para una persona que labura afuera. Y yo, en la pieza, tengo hambre y lloro. Por dentro o por fuera. Porque entre lo culpable que me siento, a veces no encuentro la forma simpática de decirle “Tengo hambre. ¿Me hacés de comer?”. No hay voz dulce, elogios o “gracias, muy rico” suficientes: es un abuso, sigue siendo un abuso, un me-das-la-mano-y-te-agarro-del-codo. No quiero pedirle comida. Cuando se acuerde solo, cuando él tenga ganas de cocinar, comeré. Hace tanto por mí, sin quejarse, que hay días en que me siento incapaz de contarle mis necesidades. ¿Cómo explicarle que a veces todo eso no es suficiente? Me da bronca. Me siento mal. Siento que no es responsabilidad de otros alimentarme. Soy adulta y, ya que me bancan económicamente, siento que debería ocuparme yo misma de mi propia alimentación. Pero no puedo. Tengo un rollo con la comida, algo que hace que no pueda lograr esto que es un objetivo desde hace rato. Si mal no recuerdo, alguna vez con mi psicóloga hablamos sobre eso, pero ya no me acuerdo un corno. Pienso. Relaciono. La comida es algo que nutre, es una forma de cuidarse. Si uno se odia… hmmm. ¿Será que no comer es como morirse un poquito? Ahora que lo pienso, tampoco tomo agua.

Él nunca se queja. Creo que se acostumbró a esto en los días cuando yo estaba tan enferma que a veces tenía que ayudarme a desvestirme y meterme en la ducha. Se iba y volvía al rato para ver cómo andaba, y me encontraba sentada en el piso de la ducha, llorando. Cuando lograba bañarme y salir, él me secaba. No recuerdo muy claro aquella época, es medio borrosa. Pero pienso que tal vez por eso no se queja. Vuelve a casa cansado y encuentra los platos sucios y la casa sucia; me pregunta qué almorcé y le digo que fideos con queso crema, o mate cocido, o café con galletitas. Pone cara de desaprobación. Pero no se queja. Al menos no estoy llorando, al menos no me encuentra tirada en la cama con la mirada perdida aunque sea sin llorar, o jugando videojuegos. Es más, hasta le cuento que pude tocar 30 min el piano y lavar una tandita de ropa. Se lo cuento con una sonrisa enorme, voz aguda y moviendo el rabo como un perrito que espera una galleta de premio. Él se pone contento.

Hace ya dos o tres años que hablamos de mejorar nuestra dieta. La de los dos. Pero hasta ahora nunca lo logramos. Tenemos por ahí meses de éxito, aislados. Pero el caso es que para poder comer bien… hay que cocinar. Y yo no cocino, nunca. Porque la sola idea de cocinar me inspira un rechazo tremendo. La sola idea me angustia. A veces pienso que soy una vaga de mierda. Otros, me acuerdo de que tengo depresión y que puede que eso tenga algo que ver.

Quiero que alguien venga y me traiga una tarta de espinaca con ricota y me diga: “Después de comer, ¿dale que tomábamos un café, ponemos música y ordenamos el comedor?”. También quiero no necesitar eso y poder hacerlo yo sola. Poder mantenerme bien alimentada yo solita y sin ayuda. No quiero ser MasterChef ni cocinar hasta la salsa desde cero: quiero irme a dormir todos los días con la satisfacción de que hoy me alimenté bien.


El primer día

[Jueves 20 de agosto, por la tarde. Eventos posteriores al post anterior.]

- Hoy empecé el blog, por fin! Estoy contenta.
- Sí, es verdad. Pero mientras lo hacías, tendrías que haber estado en clase de Senso. Sólo terminaste el blog porque faltaste.
- Si falté fue culpa tuya, forra. No vengas a echármelo en cara ahora.

[Releo el primer post, que empieza: “Me llamo Laura…”. Sucesión de pensamientos:]

- ¡Qué nombre más feo!
- ¿Estará bien empezar con esa frase?
- Esa oración es un anglicismo gramatical. Burra. Asesina del idioma. Snob.
- Ah, mirá, ese párrafo salió lindo.
- El título del blog… está medio choto, ¿no? ¿No parece cursi? Ma’ si, me cago.
- ¡Ahí vaaa!! [hago click en “Publicar”]
- Kyaa, la letra Calibri es re linda  M
e gusta!!
- ¿Quién va a leer semejante mamotrete? Es un embole, una “wall of text”. Ponele fotos.
- Qué paja editar todas las fuentes y colorcitos y porongas. Bueno, al menos ya está empezado. Wiiiii!! =D


[Dos días después, quité las dos entradas y las volví a “borrador”. Pasé horas reacomodando y reeligiendo los colores. Le puse fotos al primero. Me parecieron medio chotas. Las puse igual. Sábado 22/08: el blog está hecho. Wiiii!! =) ]

Senso

(Nota: Sensopercepción es una de mis materias del conservatorio.)

[17:00.]  Va siendo hora de que me levante de la compu y me prepare para ir a Senso
[17:10.]  Salí de la computadora de una vez, carajo
[17:15.]  Ok, me levanté de la silla. Me falta sólo vestirme la parte de arriba. Ouuuch, ¿qué es este ruido de panza?
[17:16.]  No, así no puedo salir. ¿Y si me descompongo, como el día del parcial?

(Panza:) Ggrrrrgrrrgrrr….
(Yo:)  Oh, casualidad, me agarra “la panza” justo cuando estoy por salir. La puta madre.

[17:18.]  Cierto que hace un rato fui al baño. Seguro que no voy a tener problema.
- ¿Segura? Mirá que tomaste café hace poquito…
(Yo:)  Esta forra me va a hacer perder la clase de Senso.

[17:19.]  El día del parcial la pasé tan mal, con ese dolor de panza horrendo en el bondi… Fue horrible.
[17:20:]  A esta hora tendría que estar saliendo. Al carajo: ya estoy casi vestida, ¡ánimo!

(Me saco las remeras de entrecasa y me pongo el corpiño deportivo de ir a clase de Sensopercepción).

Qué bueno que ya me puse el corrector de ojeras y delineador a la mañana, así no pierdo tiempo ahora.

(Me miro en el espejo. Mi pelo está larguísimo: debería haber ido al peluquero hace cosa de un mes. Esta semana el pelo está tan autónomo, que no hay forma de adecentarlo ni para salir a la calle. El martes y el miércoles salí hecha un espantajo; hice como que no me importaba. Pero sí me importaba. Me sentía muy muy fea. Hoy a la mañana para ir a terapia me envolví con una pashmina para tapar el caos inarreglable. Me sentí muy fea otra vez: me quedaba para el orto. En el ascensor me lo saqué. Mi psicóloga ya me ha visto muy crota otras veces. Tengo menos vergüenza con ella en ese sentido. A la vuelta volví con el pelo destapado también. Un horror.)

(Mirándome en el espejo): No, no puedo salir así. No es digno.

(Recuerdo las clases anteriores y cómo estamos interactuando unos con otros todo el tiempo. Nos miramos, bailamos juntos y etc. Pienso en que toda la clase me va a ver “así”. Pienso en mis compañeras y lo lindas que son todas. Me vuelvo a poner la ropa de entrecasa y me siento en la compu otra vez.)

jueves, 20 de agosto de 2015

Ratitos de estudio, Ep. 1: Flauta 19/08

Intento con las escalas y los arpegios y no hay forma de que salgan. Cada vez que la nota no sale, siento como un perro al que se le da un golpe para que no haga más algo. Refuerzo negativo. Así se siente. En vez de ver el error como algo útil para poder avanzar, lo siento como un castigo. No me dan ganas de volver a intentarlo, pero me obligo a intentarlo una y otra vez, hasta que me canso de los castigos. Entonces me tiro en la cama.


- No hay caso. No va a salir. Es inútil que lo intentes.
- Si sigo estudiando, tarde o temprano va a salir.
- Mentira. ¿Cuánto hace que estás con esta unidad?
- Justo hoy el profe me dijo que a los otros alumnos también les costaba esto mismo, y que si seguía dedicándole tiempo de estudio, sí o sí iba a salir tarde o temprano.
- Sí, claro… Eso aplica para los otros alumnos, los normales. Vos no podés: sos perezosa, no te gusta trabajar. Por eso nunca llegaste a nada en la vida.
- No soy perezosa. Estoy enferma. Eso es todo.
- Es al pedo. Mirate: tenés 26 años. Las carreras de música duran 10 o más.
- No importa.
- Sí que importa: imaginate si hubieras empezado a estudiar en la secundaria. O antes, como tu compañera. ¿Dónde estarías ahora? Perdiste el tiempo. Perdiste 15 años de tu vida.
- …
- Hace calorcito acá en la cama. Ahí hay una mantita. Tenés sueño, ¿no?
- …


Siento que sí, tengo sueño, la verdad. Siento que me falta un poco el aire… mi cuerpo no se siente dispuesto para tocar la flauta. Pienso en estar parada y leyendo la partitura, en contraste con la comodidad que siento ahora en la cama. No, no me siento bien…
Me levanto y sigo estudiando. Esta vez agarro los ejercicios de la página anterior, que son sin ligar. Me concentro y entre el esfuerzo de leer y tocar, ya no siento sueño y me olvido de los dolores. Las notas salen, la mayoría de las veces.


- ¡Qué feas suenan! Es un vómito escucharte. Son estridentes y feas.
- …
- Mejor cortalas, no hagas notas largas, así no tenés que escuchar ese sonido tan feo.


Corto las notas, porque no soporto escucharlas. Siempre que las toque yo, suenan feas. Entonces no practico notas largas. La mitad de las veces, el aire no me da para hacerlas. Las otras, las corto adrede para no tener que soportar la tortura de escucharme.

Aclaro que no, no soy Gollum: no escucho voces en mi cabeza, no de la forma tan definida que estoy escribiendo. Más bien son sucesiones de pensamientos. Pero sí: es como tener un monólogo interno bastante malvado, dispuesto a criticar con saña cualquier cosa que yo haga, y que se esfuerza al máximo para absorberme todo asomo de motivación, de voluntad, de cariño o respeto por mí misma. (Al escribir “respeto por mí misma”, siento por un segundo que estoy siendo soberbia, engreída. Como si el respeto propio fuese demasiado para mí, como si no lo mereciera, como si no odiarme equivaliera directamente a ser egocéntrica y agrandada. Me doy cuenta de que es la voz de la depresión hablando, y le digo que se vaya al carajo y escribo: “respeto por mí misma”. Tomá, forra.)

Quitando lo mal que toco, estos ejercicios no salen tan mal. Por lo menos las notas salen. Cada tanto se cae alguna, pero ya no como antes. Hasta salen el Si y Do agudos. Esto me sorprende gratamente. Me pongo contenta. Mi expresión cambia, de cara de culo a una cara más normal. Casi siento una pizca de optimismo en mis ojos.

Pasó la media hora. En el día de hoy estudié media hora de flauta. Mi objetivo está cumplido. Estoy cansada, pero satisfecha. 

Bienvenidos a mi blog!

Me llamo Laura y tengo 26 años. Me diagnosticaron depresión hace casi dos, en 2013. Previo a eso, hubo varios años de mucha tristeza y de no entender por qué me pasaban las cosas que me pasaban. Le atribuía todos mis problemas a fallas de mi personalidad. Ahora que sé que estoy enferma, estoy en el proceso de aprender a comprenderme un poquito más. Estoy en tratamiento y mejoré bastante. Me tomé todo 2014 para recuperarme, y viendo que mejoraba un poco, me animé a empezar a estudiar música. También estudio ruso por hobby. El resto del tiempo, trato de ser algo así como una ama de casa normal, y que no se me venga la casa encima o que no me tape la mugre. Mi novio y mi vieja me bancan en todo.

Estudio flauta y piano hace 4 meses y medio. Todavía no logro incorporar un hábito de estudio. Después de muchos tropiezos, ahora me puse como objetivo estudiar 30 minutos de cada instrumento por día. Veremos qué tal me va.

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Hace tiempo que tenía la idea de empezar un blog donde compartiera información sobre el trastorno depresivo. Como por lo general hago todas mis búsquedas en Google en inglés, siempre termino leyendo artículos interesantes que no puedo compartir con mi familia y amigos porque no están en español. No soy traductora ni tengo conocimientos de traducción, pero me gustaría intentar hacer al menos algún intento, aunque sea muy rústico, de traducirlos para que los puedan leer más personas. Los voy a ir subiendo acá.

Por otro lado, pienso subir relatos y reflexiones sobre mi vida de estudiante y cómo se ve afectada por la depresión. Esto puede ser bastante agobiante de leer y además difícil de entender. Es muy difícil entender la depresión si no se la vivió. Aún si la viviste, las experiencias de cada persona son diferentes. Aunque hay síntomas en común, cada uno los experimenta a su manera. Por ejemplo, hay personas que no sienten ganas de comer o ven reducido su deseo sexual. Yo no tuve esos síntomas. Sí tuve otros que también son muy típicos, como insomnio, deseos de morir, y la siempre presente falta total de voluntad, que para mí, desde MI experiencia, es el rasgo principal y característico de la depresión.

Así como, para quienes no la sufren o sufrieron, la depresión es difícil de entender (con esto quiero decir: difícil de imaginar, de hacerse una idea de cómo es), para nosotros también es difícil explicarla. Muchas veces los que la tenemos ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos. Tras mucho leer y al ir pasando el tiempo vas identificando ciertos patrones y empezando a entenderla un poquito más. En medio de todo eso tengo (afortunadamente) gente deseosa de ayudar, pero que no entiende con qué problema está tratando. Ciertos remedios lógicos que funcionan genial para otros problemas, con la depresión no son suficientes, no aplican o, en el peor caso, la empeoran. Por eso creo que está bueno que nos informemos, los de adentro y los de afuera, y que compartamos la información con los demás. Siempre va a haber gente que no quiera informarse y prefiera seguir aferrada a sus viejas ideas, pero este blog es para los que buscan comprender y aprender.

No tengo la posta de nada; no soy psicóloga ni psiquiatra ni nada que me habilite a ponerme en un rol de “educadora sobre la depresión”. Lo único que les puedo compartir son los artículos que encuentre (con sus respectivas fuentes, que ustedes evaluarán para formar su opinión sobre el artículo) y mis experiencias propias, que no necesariamente son las de todas las personas que sufren de esto.

No escribo esto para revolcarme en el barro de mi enfermedad ni para embarrarlos a ustedes. Esto no es una apología de la depresión. Esto pretende ser una ventanita abierta a mi mente para que otras personas que no tienen depresión y que tienen muchas, muchas ganas de saber cómo es (porque tienen un ser querido enfermo y quieren ayudarlo, o porque simplemente quieren informarse y poder ayudar si algún día es necesario) puedan darse una idea de cómo funciona, o una de las tantas maneras en que puede funcionar, la cabeza de alguien con depresión. Que quede claro que no quiero glamorizar este trastorno ni tratar de inspirar lástima ni angustiar a otros. Simplemente busco informar. Y de paso, escribir me parece catártico y me ayuda a ordenar mis pensamientos ;)

Si tenés depresión, es posible que algunas de las cosas que cuente se parezcan mucho a tu experiencia. Espero que te ayuden a no sentirte tan solo (¡somos varios!), que encuentres info útil, y sobre todo que te inspiren a empezar o continuar un tratamiento médico. Yo estoy muy contenta y agradecida de haberlo hecho!


Si no tenés y nunca tuviste depresión: mis relatos tal vez te parezcan muy angustiantes, pero espero que te ayuden a comprender mejor a las personas que sí tienen y tal vez ayudarlos si podés y así lo sentís.